Bienvenidos al mundo heleno

Los poemas homéricos, La Iliada y La Odisea, forman parte del ciclo épico troyano, todo este período se asienta en tradiciones orales hasta encontrar el soporte escrito.  Estas dos obras épicas hablan entre ellas remitiéndonos a la explicación y el origen del la cultura helena, pues ambas se complementan con respecto a relatos, mitos, situaciones, linajes y demás; por ejemplo en la guerra de Troya se sabe que Aquiles perece, y mediante de viaje de Odiseo se complementa en el último canto con detalles acerca de los ritos funerarios del mismo. Entre el 725 y el 700 a.C. se compone La Odisea, la cual se divide en tres segmentos que constituyen el tema principal del nostos: en primera instancia el poeta presenta la Telemaquia, donde se relata la trayectoria y la importancia de la misma del hijo de Odiseo; en segundo lugar se narra las aventuras que el protagonista tuvo que superar para alcanzar su ideal; por último la llegada al destino final, Ítaca.

Published in: on diciembre 15, 2010 at 2:45 am  Deja un comentario  

Circe, la película

Las ficciones literarias, novelas o cuentos, parecen que han atraído desde siempre a los más diversos directores y productores cinematográficos; tal es el caso de Stanley Kubrick (Lolita de Nabokov) o Alfred Hitchcock (Psicosis, de Robert Bloch) o La insoportable levedad del ser de Philip Kaufman sobre la novela de Milan Kundera. Por el lado argentino Sergio Renán, es uno de los directores que más adaptaciones literarias realizó a la pantalla grande: La Tregua de Mario Benedetti o El Sueño de los Héroes de Adolfo Bioy Casares son sólo algunos de los clásicos latinoamericanos que se animó a filmar. Pero, sin duda, es Julio Cortázar uno de los escritores a los que el cine más tomó prestada su obra. Grandes directores como Michelangelo Antonioni, Manuel Antín, Jean Luc Godard, Claude Chabrol, Fabián Bielinsky o Diego Sabanés se animaron a plasmar el universo “cortaziano” en el cine con disimiles resultados, pero manteniendo viva la obra de uno de los grandes literatos argentinos.

La literatura de Julio Cortázar fue traspasada al cine, en su mayor parte, por Manuel Antín que en 1961 filmó La cifra impar, protagonizada por Lautaro Murúa, basada en el cuento Cartas de mamá, del libro “Las armas secretas”. La película altera la narración cronológica y espacial al estilo nouvelle vague imitando la estructura literaria del propio Cortázar. Al escritor le gustó la adaptación y autorizó que Antín filmara otros cuentos. En 1963, el director realizó Circe, sobre un cuento del libro “Bestiario”, con Graciela Borges y Sergio Renán en los protagónicos y el mismo Cortázar como guionista. Luego siguió Intimidad de los parques (1964), basada en los cuentos “Continuidad de los parques y El ídolo de las Cícladas, con el español Paco Rabal y Dora Baret como protagonistas.

Published in: on diciembre 15, 2010 at 1:52 am  Deja un comentario  

La travesía de Odiseo

Konstantínos Kaváfis.

ÍTACA.

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes

y el feroz Posidón no podrán encontrarte

si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,

que sean muchos los días de verano;

que te vean arribar con gozo, alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas.

Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

y comprar unas bellas mercancías:

madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto

para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;

mejor será que dure muchos años,

y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

Published in: on diciembre 14, 2010 at 3:10 pm  Deja un comentario  

Audio-libro: La Odisea

Published in: on diciembre 14, 2010 at 3:04 pm  Deja un comentario  

La Odisea, metáfora de la vida

La Odisea es una obra que dejó huella en mi ser, la larga travesía es dura pero no hay sentimiento alguno cuando alcanzas ese ideal. Es impresionante ver como un ser humano lucha contra cualquier obstáculo para llegar al lugar de partida. Este clásico de la literatura es una metáfora de la existencia humana, ya desde épocas antiguas el individuo plasmaba lo difícil que es hacer la vida ya que no está dada; cada hombre tiene que forjar su propio camino y de esta manera conocer sus habilidades, sus defectos, su carácter y demás. La pregunta no vendría ser qué somos, sino cómo somos, pues cada uno de nosotros es el resultado de un proceso previo. El individuo se hace y se deshace día a día.  La vida es una larga odisea llena de pruebas duras en donde no siempre se aprende de la manera correcta, muchas veces caemos hasta tocar fondo al igual que Odiseo que gracias a su insensatez hiere con su boca a una deidad, Polifemo un cíclope hijo de Poseidón. De igual manera, el poema refleja una serie de valores inmutables que caracterizan al ser humano tales como la fidelidad, el respeto, la hospitalidad, entre otras.

Published in: on diciembre 14, 2010 at 2:06 pm  Comments (1)  

A quienes los dioses aman se los llevan jóvenes

figuras eritromorfas

La Ilíada es una epopeya de veinticuatro cantos que relata el último año de conflicto entre troyanos y aqueos. Uno de los motivos de este problema es la violación de la hospitalidad por parte de Paris, el hermano menor de Héctor, hacia Menelao. Dicho poema no cuenta en su totalidad la guerra, sino se enfoca en los seres humanos y las consecuencias de sus actos; ya que ellos tienen libre albedrío cuando se trata de elegir o tomar una decisión. La esencia del poema son las dos cóleras de Aquiles, a quien Agamenón, a través del proceso de error, ha arrebatado a su esclava Briseida. Sin embargo, Homero plasma en el poema la condición humana del hombre griego. A través de esta obra el ser humano ya se cuestionaba varios aspectos de la existencia como sus tradiciones, el poder de elección, el amor, la muerte, entre otros. La concepción de la muerte para los griegos abarca un fuerte contenido simbólico, pues la vida para ellos trasciende a otros lugares como los Valles del Hades, los Campos Elisios y el Tártaro. La vida es tan preciada y valiosa, por ende,  generan expectativas, ideales, aspiraciones y metas para con las personas. Existe un amalgama de recursos líricos como símiles, incisos, epítetos, lítotes y otras figuras retóricas difuminados a lo largo del poema; esto marca un ritmo y revela la sensibilidad ante la fragilidad de la vida por parte de los dioses y los hombres, “Antíloco fue el primero en derribar a su enemigo, el teucro Equepolo, hijo de Tarasio, que se hallaba combatiendo con audacia en las primeras filas, descargándole un certero golpe en la cimera del casco empenachado, tan formidable que la lanza rompió el bronce y la frente se hundió en el cráneo, y el guerrero se desplomó pesadamente como la torre que se queda de pronto sin fundamente” (Homero, canto IV, página 101)

En este caso la Ilíada nos presenta la mezcla de varios motivos como el amor y la muerte que son fundamentales para darle movimiento a la historia. En este conflicto bélico, héroes y guerreros se enfrentan en una lucha intensa, en donde, las pérdidas de seres amados van a dejar huella en la historia. Para los guerreros aqueos y troyanos la muerte se transforma en un ideal o el constante deseo de alcanzar y conseguir la heroicidad, es decir la bella muerte. Sucumbir jóvenes después de haber alcanzado su areté es un logro inigualable, esto significa perdurar en el tiempo para que su nombre sea recordado con gran respeto y honor. Por ejemplo la elección de Aquiles, un héroe que elige una vida corta pero llena de fama. Por medio de figuras como Aquiles y Héctor podemos entender la importancia de la dignidad. Esta característica no tiene valor alguno, de tal manera que Aquiles no deja que Agamenón quebrante el valor que lo caracteriza o Héctor cuando Andrómaca le pide que no regrese al combate y él se niega. A lo largo del texto nos encontramos con una serie de héroes realmente impactantes como Diomedes o Áyax, quienes demuestran el valor y respeto que sienten ante los dioses, sus oponentes y su destino; en el momento que Diomedes se encuentra con Glauco e intercambian escudos, porque saben que sus antepasados se conocen y se trataron de manera adecuada. En contraste, Homero describe un fin terrible, cuando el cuerpo de algún guerrero se queda en el campo de batalla y su sangre se mezcla con el polvo y sus órganos son devorados por los perros y los cuervos sin tener los rituales necesarios para continuar con el proceso correspondiente.

Una de las tradiciones fundamentales para la cultura helena son los rituales funerarios. Homero contrasta la muerte con elementos de la naturaleza, puesto que el ser humano se asemeja a ella; el hecho de que todo sea sagrado para la cultura helena implica, que la vida, no solamente la humana tiene un valor dentro del cosmos. Por ello, el salto al inframundo es parte del transcurso sagrado a la trascendencia del alma. Todo tiene un proceso (el proceso de error entre otros) y un ciclo, los cuales son admirables por la aceptación de su eimarmene. Un ejemplo es todo el rito que Aquiles crea ante la muerte de su mejor amigo. Se necesitan algunos días para conmemorar al ser perdido, dentro de ese período de tiempo, Aquiles se despoja de objetos preciados, puesto que nada va a reemplazar esa pérdida tan valiosa; además organiza ciertas competencias para ver quiénes tienen el valor y los requisitos para obtener algún premio. En estos momentos de desprendimiento de lo material Aquiles hace énfasis en el amor que siente por su amigo; al final, el lector comprende el significado de la hermandad.

Dentro del último canto existe una escena de suma importancia que Homero resalta, en el momento que Príamo va en búsqueda del cadáver de Héctor. En este momento Príamo deja a un lado su figura de rey para convertirse en un simple padre adolorido:

 “El rey azota, azota los caballos.

Sombras de la llanura despiértense siniestras,

y se preguntan por qué con tanta prisa vuela el Dardánida hacia los navíos de argivos asesinos,

y de aqueos funestos.

Pero el rey a esas cosas no atiende;

basta que su carro veloz, veloz corra.”

figuras eritromorfas

Cuando Aquiles y Príamo se encuentran, el héroe tiene la capacidad de tener compasión ante la tristeza de un padre; él se coloca en el lugar del rey y comparte su dolor. Es importante resaltar que ambos se encuentran en situaciones dolorosas ante las pérdidas de Héctor por un lado y la de Patroclo, para llegar a la conclusión final de todo el poema. La reflexión que ellos hacen es que pese a todo la vida continúa y absolutamente nada se detiene, por eso, tiene que comer o descansar, seguir con sus actividades y necesidades humanas. Pese a ello, la muerte es una etapa de transición, el último momento en el que ellos necesitan ayuda para poder pasar a otro estadio, por eso se precisan los ritos funerarios.

Published in: on diciembre 13, 2010 at 5:02 pm  Comments (2)  

Ate, Hybris y Némesis

“Así, la tragedia es la imitación de una acción seria

y completa, de una extensión considerables, de un

lenguaje sazonado, empleando cada tipo, por separado,

en sus diferentes partes, y en la que tienen lugar la acción

y no el relato, y que por medio de la compasión y del miedo

logra la catarsis de tales padecimientos.”[1]

 

La Orestea, compuesta por el tragediógrafo Esquilo es la única trilogía que se conserva completa hasta la actualidad. Esta obra se estrena en el año 458 a.C. y ocupa uno de los lugares más importantes dentro de las vastas composiciones en el ámbito de la tragedia en las festividades de Las Grandes Dionisias, pues se plantean cuestionamientos íntimamente relacionados con el periodo complejo en los que los atenienses coexisten y con la cosmovisión con la que entienden al estructurar su mundo: la defensa por la justicia (diké), el poderío de los dioses, la esperanza de la sociedad humana, la importancia de las elecciones de vida, sobre los problemas de la responsabilidad humana, el proceso de error que el ser humano debe atravesar para su aprendizaje personal, entre otras; las cuales generan la reflexión y el debate para con sus espectadores, puesto que las ideas que se sugieren son expuestas como una posible solución ante los cambios bruscos que Atenas atraviesa. Además, el argumento de la tragedia desempeña una función fundamental para con su audiencia porque refleja los conflictos tanto externos como internos de la democracia que se lleva a cabo en Atenas, en donde lo colectivo está por sobre lo individual. Así, a través de Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides, se desarrolla una misma temática ligada una con la otra a lo largo de estas tres estancias: la búsqueda y defensa de la justicia dotada desde un sentido profundo de religiosidad.

Al ser la tragedia la imitación no de personas, sino de la vida, de la felicidad, de la desdicha, el objetivo principal (los hechos y el argumento) de la misma radica en las acciones que transcurren y que a su vez complementan los caracteres de los múltiples personajes de acuerdo a cómo actúan; debido a que, en su accionar reposa la posibilidad de alcanzar un estado de placidez o un estado de desaventura. Por ello, la tragedia está sujeta al proceso de error de los helenos: Ate, Hybris y Némesis. El aprendizaje del ser humano está arraigado las equivocaciones y en los momentos de insensatez, cuyas repercusiones muchas veces son crueles o dolorosas; de tal modo que la forma de actuar de cada individuo en conjunto con la toma de decisiones son dos elementos cruciales dentro de la construcción de la estructura de la tragedia. La Orestea es el resultado de las numerosas hybris que cometen los miembros descendientes de Tántalo hasta Orestes, la imprudencia que arrastran se va en contra de los dioses, de todo orden jurídico y moral.

Tántalo, hijo de Zeus, es el primer antepasado de los Atridas, éste comete un crimen terrible al sacrificar a su hijo Pélope y servirlo como parte del banquete para probar si las deidades se destacan por tener la facultad de la omnisciencia; igualmente roba comida del banquete de las divinidades para probar a sus amigos su asistencia a los festines celestiales. No obstante, las deidades descubren las intenciones de Tántalo los castigan y retornan a la vida a Pélope; asimismo hombre hybrístico traspasado por la maldición del cochero Mirtilo. De esta manera, Atreo y Tiestes (hijos de Pélope e Hipodamia) heredan y al mismo tiempo arrastran un funesto fin; la pareja de hermanos se enfrenta debido a que Tiestes comete adulterio con la esposa de Atreo, futuro rey de Argos electo por medio de una ordalía. El padre de Orestes mata a los hijos de su hermano y los sirve en una cena al igual que su abuelo, éste se percata al final y maldice a sus descendientes, los Atridas.

La maldición de los hermanos Agamenón y Menelao se prolonga, se supone que ambos debían castigar a los troyanos por mandato de Zeus, pero transgreden esa misma justicia y se sobrepasan, quebrantan los límites en el ámbito de la moral y de lo sacral. En Agamenón el Rey retorna a sus tierras y no sabe que lo espera una funesta trampa promovida por su esposa Clitemnestra junto con Egisto, ambos planean el asesinato para así apoderarse del trono y del poder de Argos. Sin embargo, conocemos que el Atrida ha cometido varias hybris antes de acudir a Troya, en la ciudad de Príamo y (la muerte de su hija Ifigenia al pedido de Ártemis, la actitud pedante que opta ante el sacerdote Crises, Apolo y Aquiles) también en su propia tierra en el momento de su llegada escucha los insensatos y soberbios consejos de su esposa pese a que conoce acerca del grave erros que iba a cometer; enseguida, pisa los tejidos púrpuras y engrandece su llegada. La matanza de Agamenón es su Némesis, mas ésta se transforma en la hybris de la reina y de su amante que serán cobradas por la justicia, a través de Orestes, personaje fundamental para que nuevamente la situación recobre su equilibrio y se alcance la justicia. Clitemnestra representa la maldad, la venganza, la ira, puesto que su hija ha sido arrebatada de su lado, La madre reparadora, se considera objeto de Némesis sin previa consulta a los dioses, obtiene la victoria en la primera parte de la trilogía; pero en a segunda Orestes pone fin a su vida pese a que ella se ha descubierto el pecho como símbolo de vida y de piedad que espera recibir por parte de su hijo.

La Némesis se impone frente las decisiones erradas de los personajes como en el caso de Cassandra que arriba como concubina de Agamenón para morir en manos de la reina de Argos lejos de su patria y sin los ritos funerarios (recordemos que Cassandra intenta burlas al dios de las flechas, Apolo). De la misma forma, Egisto es víctima del verídico heredero al trono en el momento en que decide ignorar los oráculos y designios de los dioses. Cada acto de la vida tiene una consecuencia que incide directamente en el devenir de los personajes. Todos estos acontecimientos relacionados con la forma de errar del hombre generan hechos dramáticos que apelan al consentimiento de los espectadores que son a su vez parte de una comunidad cívica, la polis. Esquilo utiliza los mitos para reflejar lo que le ocurren a los grandes héroes, en el caso de Agamenón que se sobrepasa y quebranta las normas impuestas por los dioses sugiere una pauta de lo que puede ocurrir con esos modelos admirados por una sociedad que corre los mismos riesgos en caso de querer excederse.

La confrontación dramática entre los personajes se convierte en un debate de ideas tanto religiosas como morales. Esquilo requiere dos actores en escena para desarrollar el diálogo lírico y en la última parte, en Las Euménides hay escenas triangulares que favorecen y enriquecen el contenido de la trama como los miembros del Aerópago que se mantienen en el plano silencioso que evidencia los sucesos y es partícipe a su vez; esto refuerzan la escena de la votación democrática. Aunque se mantenga el tradicional esquema de la intervención entre el coro y el actor o el corifeo y el actor el peso de la obra ya no reside en las distintas pugnas entre el actor y el coro, sino que ahora los diálogos entre los actores están dotados de una mayor carga emotiva porque en ellos ocurren las acciones decisivas; por ejemplo en el momento en que Orestes habla con su madre y ambos se enfrentan. En estas partes la acción es superior a las demás porque en ellas se dan lo momentos de tensión dramática que conmueven y asustan al receptor, “CLITEMNESTRA (Arrodillada a los pies de Orestes) ¡Hijo mío, detente! Ten respeto,/ criatura, a este pecho sobre el cual/ tantas veces chupaste, adormecido,/ la leche que te daba alimento” (Coe. 368-36). Por lo general se encuentran o se confrontan una figura masculina y una figura femenina son el sentido trágico que Esquilo genera, La preferencia por el orden masculino es evidente en Las euménides. En conjunto, también se puede observar con las deidades antiguas defienden un estado matriarcal de la sociedad en oposición a los dioses más jóvenes (Atenas y Apolo) que defienden a Orestes y el oráculo que proviene de su padre Zeus (figura patriarcal que defiende en autor, Esquilo), “¡Oh dioses jóvenes, las antiguas leyes habéis pisoteado y me las habéis  arrancado de las manos!” (Eu. 778-779). “Ahora habrá subversiones por las  nuevas leyes si triunfan el derecho y el daño de este matricida. Esta acción  concertará a todos los humanos a la licencia. ¡Muchos sufrimientos verdaderos aguardan a padres por las heridas causadas por hijos para los tiempos  venideros!” (Eu. 490-498).

El tejido es vasto, puesto que la diosa Ate logra burlar a toda una familia que padece una tragedia debido a su errada manera de actuar, cada miembro cae en la confusión y las consecuencias llegan a ser fatídicas. La relación entre el proceso de error y el mito es crucial para con los elementos de la tragedia[2]: el argumento que viene a ser el resultado del proceso de cómo se llega a la diké debido a todos los injusticias cometidas con anterioridad, este es el medio principal con el cual la tragedia conmueve al alma, por medio de la trama, las peripecias y los reconocimientos; los caracteres son representados por los personajes que se caracterizan tanto por lo que dice como por lo que hacen, por ejemplo la diferencia entre Clitmenestra y Cassandra; la elocuencia es otro elemento de la dicción que permite la expresión del pensamiento por medio de la palabra, el discurso de Atenea cuando crea el Aerópago; equivalentemente, la manera de pensar está enlazado con la acción, ya que los personajes se desenvuelven en un papel donde enuncian pensamientos generales e íntimos que develan y exponen al público como las Erinias manifiestan su ira en contra del deliberado del juzgado; finalmente, la composición musical que toma en cuenta varios elementos tales como los actores (siempre varones), el corifeo, los coreutas, los trajes, las máscaras, entre otros. Simultáneamente, varias tragedias son nombradas como ejemplo para comparar  y contrastar los efectos en el argumento complejo que desenvuelve La Orestea como el suceso de Escila.

La tragedia comprende una función psicológica que plasma temores, esperanzas, juicios, ideas y sentimientos inherentes al ser humano, muchas veces representadas en algunos personajes como en el coro que cambia de papel de acuerdo a la escena. Los espectadores pueden asentir o disentir, encontrar cierta similitud con sus vidas, como pueden asustarse de los hechos representados que Esquilo recrea  Las elecciones son determinante para la acción de los personajes en La Orestea que abarca todo un cuestionamiento sobre los mitos heroicos, se confrontan valores antiguos con un pensamiento jurídico actual y necesario en la Hélade. El receptor se involucra con la trama o el argumento complejo y traspasa toda una experiencia que lo conduce a lo largo de tres estadios emocionales: Eleos, Phobos y Katharsis. La primera instancia se define a través de la compasión que es la facultad de ponerse en el lugar del otro, mientras que en el siguiente ámbito se caracteriza por ocasionar el temor al público de los sucesos terribles que está evidenciando; la última área es el punto máximo de purificación, donde el espectador llega emocionalmente a un punto de llanto que conlleva a una posible reflexión sobre las terribles consecuencias como causa de una mala decisión. 

Las tres partes de dicha trilogía contienen el prólogo, los episodios, los éxodos, y los estásimos. Esta distribución subsiste en las acciones, que  muestra las peripecias (cambio de las acciones en sentido contrario), los reconocimientos (cambio de la ignorancia al conocimiento) y los padecimientos (acción destructora o dolorosa); elementos que ocasionan una reacción en el público. Por ejemplo, el reconocimiento se da en el encuentro entre Electra y Orestes, escena que devela el paso del infortunio que abruma al personaje femenino en la tumba de su padre hacia un momento de dicha cuando reconoce a su hermano, el futuro vengador de su padre o uno de los padecimientos más terribles es la muerte de Clitemnestra en manos de su propio hijo Orestes. Los efectos de la tragedia, el miedo y la compasión se intercalan en el plano de lo humano, donde la desesperanza y el sufrimiento atraviesa la condición humana de los individuos que están atados a la confusión, la Ate.


[1] Aristóteles. Poética. Madrid: Ed. Alianza Editorial S.A., 2007. PP. 47.

[2] Aristóteles. Poética. Madrid: Ed. Alianza Editorial S.A., 2007. PP. 49-51.

Published in: on diciembre 13, 2010 at 4:02 pm  Deja un comentario  

La estructura del mito de Las razas

Los dos primeros mitos que aparecen después de la evocación a la presencia de la dual Eris en el poema de Hesíodo Los Trabajos y los Días son cruciales para comprender el relato clásico sobre el tiempo pasado heleno. Ambos mitos, tanto el de Prometeo como el mito de Las Razas, se interrelacionan entre sí para definir un esquema estructural sobre: los aspectos temporales del relato, las características inherentes a cada edad del ser humano junto con sus relaciones con los demás estadios, el carácter pedagógico, ético y moral latente en la narración. A través del mito el poeta define la condición humana y su íntima relación con el poder de la elección y el reconocimiento de los límites. En el caso de la historia de Prometeo y Pandora conocemos los sufrimientos, las enfermedades y la muerte que padece el ser humano como consecuencia del mal que, al igual que en la edad de hierro, es indisociable a la forma de vida de los individuos. Mientras que en la división y clasificación de las distintas edades se nos presentan hombres dotados con diferentes rasgos que por analogía simulan el comportamiento y las elecciones de algunas criaturas provenientes de la Teogonía, como los Gigantes o los Titanes.

Hesíodo menciona lo siguiente: “escucha la justicio, Diké, no dejes crecer la inmoderación, Hybris”[1], esta cita encierra la fórmula para alcanzar a una vida plena que puede caducarse en cualquier momento debido a la insensatez del hombre y esto se refleja en la desaparición de cada edad sea de oro, plata, bronce o hierro. Asimismo, el mito abarca dos cuestiones primordiales para resaltar las cualidades que conciernen al relato: la creciente degradación moral de la humanidad y el conocimiento de las formas y estados que adoptan tras la muerte (demonios, héroes y muertos). No obstante, existe una edad heroica sujeta al mito por excelencia, que no tiene una equivalencia metálica y que a su vez irrumpe con el concepto de la superioridad e inferioridad de cada estadio de acuerdo al valor metálico; puesto que la edad de bronce que le antecede no es “mejor” en apariencia al periodo de los héroes. De esta forma, surge el concepto cíclico de las edades del hombre, pues Hesíodo ordena el tema mítico de acuerdo a sus preocupaciones; por ello, recreo toda una genealogía para explicar la siguiente organización, cuya unidad y coherencia refleja una escala de valores inmersos en un ciclo que constantemente se renueva y es a su vez un reflejo de la sociedad.

Cada edad o raza posee su propia temporalidad que refleja su naturaleza particular: sus actividades, sus cualidades, y sus defectos, definen su estatuto y lo contrapone con las demás edades. El orden del seguimiento de cada raza no está delimitado por el valor metálico que representan ni tampoco siguen un orden decadente, sino todo lo contrario, ya que es un ciclo renovable, Hesíodo hace figurar al oro como la primera raza porque encarna las virtudes inmersas en una escala de valores intemporales. Mientras que la raza de bronce, por ejemplo se caracteriza por sus obras contra las divinidades, es decir su hybris. La razas se oponen como la Diké y la Hybris en al igual que los planos antitéticos propuestos por el autor para presentar una estructura de razas asociadas a través de las funciones, formas de acción, estatutos sociales, entre otros. Para el primer nivel (oro y plata) la diké es la que establece el valor dominante por sobre la hybris; que inversamente, es la que predomina en el siguiente nivel (bronce y héroes). Como el mito corresponde a una doble preocupación, la raza de oro y plata trascienden al transformarse en daimones (guardianes de los hombres, ellos velan por la observancia de la justicia), los unos forman los demonios epictónicos y los otros forman los demonios hipoctónicos; a estos entes los humanos les rinden honores, encontraste con el segundo grupo que al morir descienden al Hades y permanecen en un estado de anonimato, éstos comparte un vínculo con los héroes difuntos, los cuales son enviados a la isla de los Bienaventurados, en donde habitan aislados alejados de la instancia humana y de cualquier culto posible. No obstante, en la edad en la que Hesíodo se encuentra se caracteriza por contener aspectos fundamentales para completar la estructura y cerrar el ciclo de las edades.

Dentro del esquema tripartito, los hombres de la edad muestran rasgos de vida negativos, pues desconocen de la guerra y del trabajo agrícola; para ellos todo está dado, los frutos emergen del suelo ya listos para ser consumidos (plano religioso y teológico, pues no realizan otra actividad que vivir tranquilos y venerar a los dioses); en oposición a ello, los individuos de la edad de hierro permanecen atados a la labor para sobrevivir. Pese a ello, los primeros tienen un rey justo que perece por olvidar que es Zeus la máxima autoridad, por la pérdida de miedo para con las deidades. En cambio, el rey de los hombres de la edad de plata se encarga de enterrar a su raza debido a su orgullo predominante; la imagen del rey justo pasa a la representación del rey de la hybris. Vernant, relaciona por analogía ambas edades (oro y plata) con personajes míticos como los Titanes; los que arrastran el mismo destino ya que son orgullosos y compiten con Zeus. La raza de la época de bronce se inserta en un plano de la fuerza brutal y el esfuerzo físico, manifestación del guerrero al igual que la raza de los héroes; los cuales se relacionan con los Hecatonqueiros, criaturas decisivas para la victoria de Zeus y los olímpicos contra los Titanes, los cuales fueron recompensados con néctar y ambrosía. Los nacidos de fresnos junto con los héroes no conocen más que los conflictos belicosos, la hybris de estos hombres consiste en no conocer nada más que sus lanzas y consagrarse a ellas eternamente como “los hombres sembrados” o los Gigante. “La jerarquía Zeus, Titantes, Gigantes, corresponden a la sucesión de las tres primeras razas”[2]. En el último estrato de las razas Pandora es el símbolo y la expresión de una vida agrícola regida por las dos Eris mezclada (bien y el mal casi indisociables) y desigual (hombre atado a la labor constante, a las injusticias, la vejez, la destrucción, etcétera).

El mito de Las Razas es importante para con la conformación de la cosmovisión helénica, porque construye una estructura semejante a la realidad y por ende a la sociedad griega. Los distintos estadios reflejan la importancia de la Diké, es decir de la justicia como máxima virtud del ser humano que organiza y dota a una comunidad con una existencia equilibrada. El esquema tripartito define nivel por nivel: primeramente la soberanía dentro de la cual la autoridad (el rey) ejerce una función jurídico-religiosa; a continuación, el plano de la función militar donde la violencia brutal del guerrero se impone como un dominio sin reglas; por último la fecundidad, la labor y supervivencia corresponde a la vida del agricultor. De esta forma, la pareja de bronce junto con el héroe es desvalorizada, puesto que representa la fuente del mal y de los conflictos en el universo. La característica formativa reposa en el poder de la elección entre la felicidad o la desdicha dentro de un medio jerarquizado, donde cada agente cumple un papel y aporta a su vez con el desarrollo del mismo. Asimismo, el valor de este mito pasa a formar parte de un testimonio cultural, que explica e ilustra la concepción del imaginario de los helenos. Esta narración mítica asegura la cohesión de la comunidad histórico-cultural de la cual provenimos. 

 

 


[1] Jean Pierre Vernant. Mito y Pensamiento en la Grecia Antigua. Barcelona: Ed. Ariel, S.A., PP. 21.

[2] Jean Pierre Vernant. Mito y Pensamiento en la Grecia Antigua. Barcelona: Ed. Ariel, S.A., PP. 39.

Published in: on diciembre 13, 2010 at 4:01 pm  Comments (1)